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La Transformación Organizacional frente a una crisis mundial






















CRISIS Y RESILIENCIA LOS MOTORES DE LA TRANSFORMACIÓN

Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”
Victor Frankl


Derivado de la situación de salud actual en el mundo a causa del Coronavirus, que ha puesto de cabeza a las grandes potencias mundiales, a los grandes corporativos, a la comunidad científica y a toda la sociedad en general, se ha gestado una tendencia a la colaboración internacional, el mundo finalmente está unido contra un enemigo común, los investigadores alrededor del globo se están movilizando para entender mejor este virus, los líderes nacionales buscan recomendaciones y lecciones aprendidas para decidir rápidamente sobre qué medidas podrían ayudar a mitigar el contagio y propagación de la enfermedad con la mayor efectividad, a fin de minimizar el costo y maximizar los beneficios. Los corporativos, por su parte, buscan la manera de seguir siendo rentables ante las duras e inmediatas medidas políticas implementadas en muchos países para atacar la propagación de este virus.

Lo anterior nos deja claro que la prioridad es y siempre debe ser la de salvar la mayor cantidad de vidas humanas ante esta pandemia; evitando, en la medida de lo posible, que colapse en algún momento el sistema de salud, cuando la curva de contagio haya crecido exponencialmente y supere la capacidad médica con la que se cuenta, porque entonces podría sumarse un daño colateral traducido en cientos de miles de muertes a causa de otras enfermedades.

Este preámbulo podría sonar muy crudo e incluso irracional y exagerado, si se hubiera narrando algunas semanas antes, pero es la realidad crecida a la que nos enfrentamos hoy. En una semana, los países de todo el mundo han pasado de: “El coronavirus no es para preocuparse” a declarar el estado de emergencia, con esto y derivado de las lecciones aprendidas, el análisis científico y las recomendaciones de la OMS, la mayoría de los países se han inclinado por adoptar una estrategia de supresión, que trata de aplicar medidas duras para controlar rápidamente la epidemia. Específicamente:
  • Aplicar medidas duras ahora mismo. Ordenar un duro distanciamiento social. Poner esta situación bajo control.
  • Eventualmente, relajar las medidas, de forma que la gente pueda recuperar gradualmente sus libertades y pueda reanudar algo parecido a una vida social y económica normal.
Este post no tiene como objetivo cuestionar la efectividad de las medidas tomadas por nuestros líderes nacionales, pero si el de captar el marco en el que nos encontramos, identificar el impacto de las medidas y decisiones en políticas públicas sobre las organizaciones, analizar las opciones que las empresas tienen para salir adelante y no morir en el intento. Finalmente, este post intenta dar la dimensión y peso adecuados al uso de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC) para el fortalecimiento de las estrategias.

Bajo este contexto, las empresas deberán pensar en tácticas de colaboración y de comunicación que haya que emplear para seguir operando y en caso de que ya lo hagan, realizar una introspección que les permita aprender y mejorar rápidamente. De esta manera, es que vale la pena exhibir el inexorable uso de la tecnología en las organizaciones para hacer frente al reto actual.

La resiliencia

Partiendo de este concepto, es importante mencionar que como organización, la crisis siempre ha exacerbado la necesidad de voltear internamente y preguntarnos con qué recursos contamos como equipo, área y empresa para dar continuidad y mantener la disponibilidad de nuestros servicios hacia el cliente final, a pesar de las amenazas presentes. 

La crisis presenta una oportunidad para hacer uso masivo de las herramientas y fortalezas con las que cada empresa se ha dotado y que servirá para validar su eficiencia, disponibilidad y resiliencia. Es este último concepto en el que vale la pena detenernos a analizar, porque está siendo esgrimido de manera recurrente en estos días y lo ha sido en cada crisis. Si bien el término se acuño en la física para referirse a la capacidad de memoria de un material para recuperarse de una deformación, producto de un esfuerzo externo; en los años 90’s se adoptó al uso en psicología y otras ciencias sociales para referirse a la capacidad de los seres humanos de adaptarse positivamente a las situaciones adversas. En 1995 la psicóloga Edith H. Grotberg definió la resiliencia como la capacidad humana universal para hacer frente a las adversidades de la vida, superándolas o incluso ser transformado por ellas.

Desde el punto de vista de los negocios, la resiliencia corresponde a la capacidad que tiene una organización para adaptarse a los cambios, esto implica adecuarse y transformarse a la misma velocidad con la que estos se gestan. Esto nos lleva al siguiente concepto.

La transformación organizacional

Vivimos una realidad que inflexiblemente está obligando a todos y particularmente a las organizaciones a replantearse sus productos y servicios, estructuras e incluso modelos de negocio. Podemos considerar a la tecnología como la raíz de esto, porque está transformando los entornos empresariales, incluso tan rápido, que para muchas compañías les es imposible seguir el ritmo.

La mayoría de los directivos aceptan estar situados en un nuevo entorno y que no tiene retorno a los momentos de estabilidad vividos en el pasado, pero aun así la mayoría no son capaces de asumir y facilitar los cambios culturales y organizacionales necesarios para impulsar y hacer factibles las nuevas estrategias basadas en la tecnología y la inteligencia artificial. Se ven sobrepasados por la velocidad en que el cambio se está produciendo, a lo que también se pueden sumar los factores explicados en el post anterior sobre la inercia perceptiva y psicológica como restricciones del cambio organizacional.

Después de todo, tal vez nos gustaría saber si hay empresas que estén listas para afrontar un reto como el que hoy la naturaleza nos presenta, entonces la pregunta obligada sería - ¿qué tipo de empresas son las más aptas para adaptarse a un escenario pandémico?, la respuesta probablemente nos resulte lógica y hasta cierto punto obvia, porque de todos los sectores, las empresas de TIC y en específico las que son proveedoras de servicio, cuentan con la tecnología, la infraestructura y la capacitación de su personal para descentralizar de manera casi inmediata sus actividades y funciones. Es de pensarse incluso, que en su día a día colaboren proactivamente de manera remota y virtual, lo que pudiera significarles un insumo creativo para mejorar o generar servicios y productos innovadores que sean atractivos para el logro de sus ventajas competitivas. También por ser un sector donde hay cambios constantes y muy acelerados, nos haría pensar que se transforman continuamente sin necesidad de que exista un evento extraordinario como el que ahora azota al mundo.

Con lo anterior, podemos concluir que en efecto, las empresas de TIC pudieran contar con las herramientas que las hacen más aptas para adaptarse a este tipo de escenarios, porque son organizaciones que para soslayar sus problemas no dudarán en hacer uso de su propio portafolio de productos y servicios en los que ofrecen soluciones para la gestión de crisis, cuya propuesta de valor suele ir dirigida a cualquier empresa que desee mantener, hacia su cliente final, un alto nivel de fiabilidad e integridad de la información, una elevada disponibilidad de sus servicios y excelente calidad en su atención.

Con lo anterior, se desea poner de manifiesto que las organizaciones de cualquier sector y de cualquier tamaño, puedan, e incluso, me atrevería a decir, deban confiar y respaldarse en las empresas de TIC para implementar soluciones internas que les permita seguir colaborando a distancia y de forma virtual, en pro de mantener activos la operación y la mayor cantidad de procesos administrativos para seguir siendo rentables y mantener, en la medida de lo posible, la continuidad de sus servicios a clientes finales, quienes independientemente del tipo de servicio que hayan contratado, en tiempos difíciles, clamarán por verse lo menos afectados posible. Esto llevará a analizar la viabilidad del Home Office para las personas que por sus funciones pueden hacerlo.

La medida de Home Office, para los casos en los que es posible,  debe ser pensada en términos de obtener ventajas como:
  • Mostrar una imagen de responsabilidad social que a su vez generará compromiso por parte de sus colaboradores.
  • Disminuir los costos asociados a energía en el corporativo, resultado del uso de recursos personales en casa.
  • Minimizar las tasas de contagios, que de elevarse pudieran generar mayor ausentismo, y entonces sí, se vería afectada la producción y la disponibilidad de sus servicios.
  • Aprovechar la oportunidad para verificar los niveles de liderazgo, capacitación, empoderamiento y contribución de los colaboradores, así como de evaluar la disponibilidad, capacidad y confiabilidad de su infraestructura y sus herramientas tecnológicas.
Habrá industrias o actividades dentro de su cadena de producción y suministro que definitivamente se verán afectados ante la implementación de duras medidas nacionales de confinamiento para resolver problemas tales como lo ha sido el contener una pandemia, sin embargo, no es lo mismo planear solo los turnos de trabajo para realizar actividades necesariamente presenciales por su grado de manualidad, que planear los turnos de toda una fábrica o empresa y que además se asuma el riesgo de una mayor propagación del virus en los empleados.

En conclusión

Contar con resiliencia en una crisis nos permitirá redirigir la brújula, en todo momento, hacia el norte fijado desde un principio y grabado con letras de oro en nuestro código de ética, valores, misión y visión; de lo contrario se corre el riesgo de perder el rumbo ante fuertes oleadas de psicosis, pánico y obsesiones, como las que actualmente subyacen de la pandemia que azota en el mundo. Debemos tomar en cuenta que la reacción mental ante esta crisis está en nuestras manos y la mejor manera de abordarla será construyendo resiliencia. Ante la frustración, la mente necesita desengancharse de las malas noticias para lograr estabilidad desde dónde liderar.

Si algo bueno tienen las crisis es que, si sobrevives y aprendes de ello, saldrás fortalecido y con el impulso para lograr una transformación total.

Es momento de que las empresas, independientemente de su tamaño, su giro y su historia, comiencen con su transformación, interiorizando el aprendizaje de los retos que hoy se sortean gracias a las herramientas tecnológicas. Ver esta crisis como el punto de inflexión o la fuerza externa necesaria para sacar de la inercia en la que se encuentra su organización y usted mismo, promoviendo la evolución que propicie un ambiente donde el aprendizaje y conocimientos fluyan a la velocidad de los cambios que se gestan constantemente en el entorno, pero también contar con un plan de contingencia para los movimientos súbitos que suponen los eventos como el que hoy vivimos.  

Por último, creo que más allá del aislamiento, es importante conectar con los demás desde la compasión, la apertura y la humanidad, eso es lo que ahora necesita nuestra comunidad, nuestro país, nuestra sociedad en general.


Por Carlos Campa Arvizu

Comentarios

  1. Excelente artículo máster, yo quiero añadir que la resiliencia debe ser bidireccional y un cambio cultural tanto en los niveles directivos como en los colaboradores, abonarán a los resultados efectivos y tangibles de esta forma de trabajo. Saludos, Iván Arias.

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